La chispa de la vida. Álex de la Iglesia. Enero 2012.

Hace justo un año iba al cine a ver "Balada triste de trompeta", película que a pesar de las malas críticas y algún que otro fallo evidente, a mí me gustó por lo trepidante, por la absoluta locura que presenta, por su crudeza, por sus interpretaciones, por rozar el lado más gore del ser humano y por empezar con uno de los mejores títulos de crédito que recuerdo en nuestro cine. Me gusta ÁLex de la Iglesia desde que un día, con 12 o 13 años, mi hermano mayor me puso "El día de la Bestia", y soy devoto suyo desde que me senté a ver "La Comunidad", que me volvió loco y que me presentaba una cara muy distinta y tremenda de una de mis actrices fetiches, Carmen Maura; desde entonces quiero trabajar para él.

Con "Balada triste de trompeta" nos presentaba un circo en estado puro, descarnado, con payasos asesinos y al límite; en "La chispa de la vida" nos vuelve a presentar otro circo, mucho más actual, sin maquillajes pero con la misma crueldad, sin perder un atisbo de la sátira y humor negro que le caracteriza, por lo que hace que la cinta sea aún mucho más dolorosa y dramática, sin perder comicidad, mucho más cercana al espectador, un circo que vemos todos los días, un mezcla explosiva entre la desesperación de un parado, el ansia de poder, el dolor de una familia, el éxito inmediato, el poder político, el respeto a lo histórico, la dignidad y el señor "euro", con cada ingrediente de este cóctel molotov encarnado en unos personajes bien dibujados y, sobretodo, muy bien interpretados, con los que, De la Iglesia, nos vuelve a dar en la cara con una historia sobre la miseria humana y no sólo a través del protagonista de la cinta sino de todos los personajes parásito que van picando de él. Para contrarestar tanta falta de honra, equilibra la balanza una esposa sufriente y absolutamente enamorada de su marido, unos hijos "ejemplares" y una periodista humana que separa la dignidad del trabajo. Todo esto encabezado, de nuevo, por unos títulos de crédito que no quieres que se acaben y una banda sonora que llega a desesperar por momentos de la intriga.

Uno de los morbos añadidos de la cinta es su reparto, encabezado por José Mota, que se aleja de todos sus gags para interpretar un personaje realista, el cual hace aguas al inicio pero con el que acabas mimetizando por la sinceridad con la que muestra su trabajo y por la verdad de su mirada, hace un trabajo minucioso y bestial. Prosigue una estrella internacional, Salma Hayek, que personalmente me ha sorprendido bastante por descontextualizar su trabajo de tópicos de actriz "hollywoodiense" y volver a la carnalidad de la actriz latina, me ha gustado mucho la cercanía con la que encarna su personaje. Y todo un plantel de buenos actores españoles, muy conocidos por la mayoría del público, que en personajes pequeños son la verdadera vida de la película, los que nos introducen en el conflicto que nos presenta Álex. Mención especial a Blanca Portillo, Manuel Tallafé, Antonio de la Torre y Antonio Garrido que con muy pocos planos vuelven a demostrar lo grandes que son en sus interpretaciones y, que como dice "la" Portillo: "en el cine no hay papeles pequeños".

No sé si es la mejor película de su director (yo sigo ensimismado con "La Comunidad") pero sí estoy muy seguro que es la más cuidada, la que tiene la mejor fotografía, la más limpia en recursos y la que, sin sangre, crea más desesperación y angustia en el espectador.

2011-2012

Nunca pensé que una borrachera tan corta fuese a tener una resaca tan larga, pero es lo que tiene el alcohol cuando se bebe rápido, casi sin respirar, que si se deja de golpe cuesta volver a caminar derecho, y duele, duele en lugares donde ni imaginas que existe el dolor. Pero lo peor no es eso, la verdadera resaca llega cuando te das cuenta que todo lo que has achacado a una única botella es producto de muchas borracheras sin sus horas de sueño y se abren heridas y junto con el alcohol brota sangre que estaba perdiendo el rojo, y tocas fondo, y en el fondo hay más fondo aún,y tras el fondo un lodo que ni reconoces, y te pierdes, y las ganas de todo se pierden contigo, y "todas las canciones hablan de ti", y el aire pesa, y la desgana desgarra, y las calles se hacen cuevas, y te creas una máscara, y la máscara la llevas hasta en la cama, y cuando la máscara comienza a pesar... un avión, una isla y mucho mar, sin pretensión alguna, rompen la máscara, y llega el aire, y escribir es la catarsis, y escribir es la forma más libre de expresarse, y te das cuenta que ocho meses perdidos de un año pueden servir para coger con más fuerza aún el siguiente, para inventar las ganas, para desear de nuevo, pero no a alguien, sino a algo. Una ilusión. Una profesión. Y te reconcilias contigo mismo, y cuando te reconcilias contigo mismo, sin proponértelo, te reconcilias con el resto del mundo, y las malas energías y el rencor se diluyen y se hacen nada, y vuelven las ganas, y de nuevo la ilusión vuelve al cadáver, y lo resucita, y las calles vuelven a tener color, y los recuerdos ya son sólo positivos, y un año pueden ser cuatro meses sellados con un gran colofón, y se cierran círculos, y feliz 2012, y el 2012 va a ser "El Año", y piensas en nuevas clases, en nuevas fotos, en nuevo videobook, en nuevos proyectos, y las ganas no se van, al revés, aumentan, y quieres, y quieres, y quieres, y QUIERO.


[la que debería haber sido la entrada del 1 de enero de 2012 pero cada uno comienza el año cuando quiere o puede, POR UN 2012 DE SONRISAS]