A mi pueblo.

El Viso del Alcor.

Tapias bañadas de buganvilla
en calles donde los suspiros delatan
y en los recovecos baila el viento.

Añoranza,
en los rincones de la memoria
donde las piedras se llenan de recuerdos,
donde el azahar rompe aunque sea enero.

En esta habitación sin vistas
las paredes se convierten en frescos
y te llenan la mirada de fachadas,
de mañanas y olores a septiembre.

Añoranza,
que no olvido un callejón
y los cantos de los grillos en verano,
porque aquí los grillos no cantan
ni florecen los balcones en mayo.


[Texto sin fecha, pero anterior a 2006. Lo he reescrito para publicarlo, modificando algunas partes.]