Ramblas de colores, de pieles,
de flores, de miradas,
de aire de acordeón y mimo.
Sueños buscados,
curvas conseguidas
e imposibles azulejos vivientes.
Azules de cielo y mar,
tormenta de libertad
y rectas arboladas al infinito.
BARCELONA NO ES UNA CIUDAD.
Avenidas de fuego y agua,
memoria del asfalto,
añoranza de la piedra
-que debajo palpita-
porque aquí nada muere
y las lápidas miran al mediterráneo,
respirando vida,
cantando resurrección.
BARCELONA ES UN MOSAICO DE TIEMPOS, ROSTROS Y CULTURAS.
Y palmeras hipnotizadas por el horizonte,
y barcos regalando guijas,
y colinas que recuestan al sol,
y un hombre que mira con brillo en los ojos,
y un imposible adiós.
BARCELONA NO ES DE COLÓN,
BARCELONA ES DEL MAR...
[25 de septiembre de 2006, La Barceloneta]